Rodrigo, es uno de los 42 alumnos que han aprendido manualidades en el taller "Tejiendo Memorias", que dictan en el Centro Especial de Reclusión (CER).
Rodrigo Gutiérrez es un conductor de bus de 60 años, oficio que hasta hace 18 meses le había permitido recorrer Bogotá transportando personas y sueños, como el que él tiene hoy en día, el de ser un reconocido artista, gracias a las habilidades que ha adquirido en el taller "Tejiendo Memorias", a los que asiste junto con otros 42 personas en el Centro Especial de Reclusión (CER).
Actualmente, es uno de los privados de la libertad destacados del taller "Tejiendo Memorias", que se dicta en este centro de reclusión de Bogotá, allí los privados de la libertad, de lunes a viernes, aprenden a hacer una variedad de manualidades, desde figuras en “amigurumis” (peluches en crochet), “origami” (figuras plegadas de papel) y "esculturas" (figuras en icopor).
"Cuando aprendí a hacer estas esculturas en icopor, recordé momentos especiales de mi vida, fue muy importante realizar este taller que me condujo a revivir momentos inolvidables como cuando era conductor de bus. Cortar cada pieza de icopor, pedazos de foami, papel iris y todo lo demás que he hecho acá me ha permitido aprender y tener experiencias nuevas y enriquecedoras. Me di cuenta de que todo se logra con dedicación, cuidado, ayuda y bendición de Dios", dijo Rodrigo Gutiérrez.
Valiéndose de sus recuerdos y habilidades para las manualidades, este recluso hizo una réplica del bus que manejaba cuando estaba en libertad, lo que además de servirle para invertir el tiempo libre, ha sido clave en la construcción de sus memorias y deseos para cuando tenga la oportunidad de volver a conducir.
Rodrigo piensa que estos talleres, en los que participa él otros 41 reclusos más, son un buen momento de distracción, que lo encamina a soñar con la libertad y disfrutar un grato momento de esparcimiento. Las enseñanzas que él y sus compañeros han adquirido los llevan a la conclusión de que lugares como estos les permiten tener oportunidades y herramientas para evidenciar una parte de ellos que no conocían.
Los privados de la libertad sienten que todos estos talleres les han abierto una puerta que siempre se mantuvo cerrada, lo que les ha permitido descubrir en ellos habilidades, destrezas y talentos que nunca imaginaron que tenían.